Servidor se pasó la
infancia y parte de la adolescencia recibiendo dosis de consignas religiosas
con aderezos, entre otros, de Opus Dei y neocatecumenales. Me zafé. Milité en
la izquierda y fui afiliado a sindicatos de clases. Me zafé. Todo mi entorno
generacional militaba en la derecha. Me zafé. Mi periplo profesional ha
transitado siempre cercano al liberalismo total. Me voy zafando. En esto, que
nos llega la crisis brutal y dolorosa que hoy nos sigue azotando sin piedad y
veo con perplejidad que afloran una vez más las posturas enfrentadas en las que
toca visitar los lugares comunes para dar con la fórmula mágica que nos saque
de la ciénaga, y ojo, que no valen los matices ni los detalles. O estas en un
lado o estás en el otro.
Yo sigo intentando zafarme
porque a estas alturas, lo único que sé son dos cosas: que no quiero comprarle
los juguetes rotos a nadie y que lo único que quiero es un modelo que haga que
las cosas funcionen. No de la noche a la mañana, que nos queda aún mucho
pedaleo y puerto, pero sí para mis hijos. Y sí, quiero que vivan en una Europa
unida, aunque a costa de cierta cesión de soberanía; quiero que si se van a
trabajar fuera de España sea porque quieren, no porque no les queda otra
opción; quiero que no deterioremos nuestro sistema de incremento de renta
porque soy consciente de que mi futura senectud, si llego, o la de mi mujer, no
tiene porque soportarla exclusivamente el estado, pero sí que yo debo hacer un
esfuerzo adicional y que los mercados acompañen para repartir el peso del
esfuerzo y sí, quiero que mi país haga esfuerzos para eliminar el parasitismo
laboral y que seamos más eficaces, más productivos, menos pacatos y más cultos
para ser mejores y, si me apuran, algo más ricos.
Sí, estoy firmemente
convencido de que esto es compatible (y además necesario) con pagar más
impuestos para que siga funcionando la educación y la sanidad pública, a pesar
de que mis hijos no se benefician de ella porque otros con menos recursos
tienen prioridad. Sí, también estoy seguro de que crecer y ser prósperos no es
incompatible con la integración, con la creación de un entorno de más y mejor
atención a los dependientes, a las personas que siguen llegando a España a pesar
de que los tiempos buenos pasaron. Sí, también sé que progresar es la síntesis
de lo mejor de cada casa y que al fondo de todo esto esta la sostenibilidad en
todos sus ámbitos, en todas sus variables, empezando en el medio ambiente y
terminando en los derechos sociales de las minorías. En definitiva, tengo claro
que el camino no es el nacionalismo ni el camino unívoco de lo público. Creo
que la vía europea es necesaria para afrontar un entorno complejo con cierta
fortaleza y que lo público hoy no es un problema de concepto, sino de
gobernanza y de calidad de los gestores que, año a año, semana a semana y día a
día, lo hacen inviable por la corrupción y por la falta de criterio. Por lo
tanto, me parece un error centrar la ira de lo que pasa contra determinados
sectores industriales y no contra los políticos que, en el caso de España, han
gestionado ayuntamientos, comunidades autónomas o cajas de ahorro y que han
hecho de la corrupción el modus operandi dando una seña de identidad a un
estilo de vida paleto, inculto y ruin que, por otra parte, ha cautivado a
millones de españoles. Y sí, de esto han participado otros tantos millones que
ahora proclaman consignas como si el tema no hubiese ido con ellos. Por lo
tanto, permítaseme ser relativista y especialmente pragmático.
No quiero consignas ni
verdades absolutas. Solamente quiero que las cosas funcionen sin perder el
norte y sin caer en los brazos de generalismos. Sí. Un último sí. No me gusta
la indolencia, el camino fácil, la impostura, la fanfarronería, el o la que
escurre el bulto y la falta de compromiso ¿Conocen a alguien con esos síntomas?
Ese es el problema.
Banda sonora para esta entrada: Europa superstar, La Casa Azul.
2 comentarios:
Mañana te espera otra charla con tu dogmático y generalista cuñado... :-S
Siempre es un placer, pero sabes que no eres sospechoso de nada. La plaga está en otros ámbitos. Abrazo.
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