Antes de
la imprenta la principal ocupación del que no guerreaba o dedicaba su vida a
buscar con qué mantenerse era la reflexión. Probablemente esta intensidad
reflexiva derivada de la carencia de soportes materiales en los que centrar la
atención, sea la clave para entender el porqué de la vigencia de muchas de las
reflexiones de los filósofos de la antigüedad.
La imprenta revolucionó la manera de acceder al conocimiento y, progresivamente, la erudición fue ganando terreno a la reflexión. Hoy la interconexión ha dado pie a la sensación de saber. La erudición está denostada y la reflexión es un arte que practica un grupúsculo de resistentes en vías de extinción.
Hoy,
hasta las experiencias están empaquetadas en vídeos, en pequeños axiomas
digitales e ideas take away. La reflexión y el análisis son rara avis, nadie
las compra y lo líquido impone la pauta. Hoy las experiencias son de otros y se diseminan con la lejana sensación de que dejamos algo nuestro en aquello que compartimos en redes sociales. Es una suerte de reflejo de lo que antaño se llamaba
compromiso, experiencia y conocimiento.
En un
entorno donde el mérito es empaquetar una idea y venderla en el tiempo que dura
un viaje en ascensor, Leónidas se empeña en enrocarse en pequeñas resistencias
perfectamente compatibles con el cambio permanente en el que vivimos.
Leónidas
sigue enamorado del papel del libro mientras carga todos los días con tres dispositivos inteligentes; Leónidas
compra música en CD y paga las películas que ve cuando todo el mundo a
su alrededor hace todo lo contrario; Leónidas se empeña en mantener un reducto
de reflexión e intuición cuando defiende sus posturas, mientras el día a día se
empeña en martillearle con un rodillo de opiniones, decisiones e ideas con
hechuras a la medida de una conversación de taxi; Leónidas persiste en mantener la palabra como
elemento de acción cuando la vehemencia y la violencia verbal y no verbal se
empeñan en anularla. Leónidas, en el fondo, muy en el fondo, se mueve en este
nuevo mundo con la naturalidad contenida del que sabe que lo esencial siempre
vuelve.
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