El político británico Chris Patten, rector de la Universidadde Oxford, escribió que las universidades deben ser bastiones de libertad en
cualquier sociedad. “Deben quedar al margen de cualquier interferencia gubernamental
en cuanto a sus propósitos principales de investigación y docencia; y deben
controlar su propio gobierno académico”. Ninguna universidad puede convertirse
en una institución influyente, reputada y de renombre si carece de algunas de
las condiciones a las que alude Patten.
En los tiempos actuales, además de la independencia y
profundidad del debate de docentes, alumnos e investigadores, una institución
universitaria debe hacer que su debate y sus activos sean globales y abiertos a
la sociedad. Para lograrlo, es imprescindible la comunicación. Veamos por qué.
El modelo universitario actual no solamente ha sido víctima
de lo políticamente correcto y de la endogamia, ha sido literalmente barrido
del imaginario del prestigio en beneficio de las escuelas de negocio. Estas
últimas han triunfado porque han aplicado un modelo de negocio empaquetado de
modelo académico. Y este empaquetado aspiracional pero elitista, ha propiciado
que el modelo universitario aparezca como obsoleto, trasnochado, masivo y carente
de influencia.
Sin embargo, no todo está perdido, ni muchísimo menos. La
universidad tiene los mimbres, la experiencia, los activos y las herramientas
para recuperar su papel estelar en la sociedad del futuro. Para lograrlo, la
comunicación académica en su sentido más amplio puede ser la gran aliada de la
universidad para que esta pueda recuperar un lugar destacado como actor social
de primer nivel.
Vamos por partes. El modelo universitario docente e
investigador es el verdadero movilizador de tendencias y avances científicos
¿Alguien conoce algún hito relevante que haya salido de una escuela de negocios
con el estudio del caso como bandera? ¡No existe! Lo que ha salido de las
escuelas de negocios es un modelo de negocio perfectamente engrasado que cuenta
con una red de apoyos entre sus ex alumnos que permite mantener la credibilidad
del modelo, pero nada relevante para la sociedad en su conjunto.
La universidad necesita establecer paralelismos con el mundo
corporativo en la forma de vender su modelo; debe fijar criterios que permitan
comunicar mejor su labor investigadora y los hitos que salen de sus
laboratorios y de sus aulas; debe mejorar la gestión de su reputación porque
dispone de activos altamente valorados; debe aprender a tejer un buen marketing
de sus alumnos y fomentar su sentido de pertenencia a una comunidad que, a la
sazón, termina vertebrando el ámbito laboral de cualquier país; debe perfilar y
explicar mejor las cualidades de sus docentes y de sus capacidades
investigadoras, divulgativas y pedagógicas. En definitiva, la suma de todo
ello, permitirá recuperar la influencia de las instituciones universitarias en
cualquier país.
Hablando de activos, probablemente unos de los principales con
los que dispone la universidad, son la diversidad, la heterogeneidad y la no
segregación por falta de recursos económicos. Esto es brutalmente poderoso. Si
la universidad logra que no se limite el debate, que se confronten las ideas y
las conclusiones de las investigaciones, que estas se evalúen, que los
conocimientos se compartan entre los alumnos y que todo esto se comparta con la
sociedad, entonces la universidad volverá a estar en órbita. Cuando esto suceda
y la universidad sea vista como un lugar de transferencia de conocimiento y
motivación hacia la sociedad, entonces podremos decir que la universidad ha
vuelto a ocupar su lugar en el mundo. Para lograrlo, la comunicación es
indispensable.
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